El pueblo cuenta

N° 19  Año 2
Abril de 2019

Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro


Telúrico - Elsa Sposaro
19 de abril día del aborigen americano



SUMARIO

El poncho del armadillo
Cacuy



El poncho del  armadillo


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Armadillo

Los pobladores de origen quechua del Noroeste argentino cuentan una leyenda, según la cual el quirquincho no fue siempre el animal que conocemos como andino, sino un indio tejedor. La Pacha Mama contempla a sus criaturas y mira por ellas siempre. Lo hizo también en aquella oportunidad, tan significativa  para el tatú.

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Pacha Mama

Todos en el Altiplano, cuando había luna llena, se preparaban para asistir a una fiesta. Los flamencos se acicalaban las plumas. La vicuña se cepillaba el pelo. El suri para verse elegante estiraba su cuello. Los cóndores practicaban su vuelo para dar esa noche, en la que habría luz, un muy buen espectáculo de acrobacias aéreas.

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Flamencos

El armadillo, que había visto el resplandor de la luna en el Titicaca, pensaba que hasta el lago estaría bello. La Pachamama lo escuchó lamentarse por no tener plumas, ni pelo, ni cuello, ni alas que le permitieran lucirse como los otros. Ni siquiera tenía una piel resplandeciente, como el agua, en esas noches de luna llena. Y aunque la Madre Tierra nunca jamás se entromete, sabe iluminar la mirada de sus criaturas.

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Araña

Ella le hizo ver  al quirquincho una araña chiquita en la entrada de su cueva. Movía las patitas rítmica y  rápidamente, y se reveló a trasluz una bella trama hasta entonces invisible, hecha con un hilo que parecía provenir del agua del rocío, resistente y frágil al mismo tiempo. El tatú se dijo: ─ ¡Me tejeré un manto! ─  Y sin más tomó a la pequeña artrópoda por maestra.

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 Vicuña

     
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Alpaca suri 
                                                 

El armadillo tejía de mañana y de tarde. Dormía algo en la noche, y al día siguiente volvía a su  otra vez a la tarea. La trama le iba quedando preciosamente firme y ya no se entristecía pensando en la fiesta, porque llevaría su vistosa  capa. Así todos admirarían también algo en él. Y siguió yendo y viniendo muy concentrado en la puntada.


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Cóndores


De ese modo lo encontró  el zorro, que le preguntó qué estaba haciendo. Y  el quirquincho le contó.  El muy astuto animal, pese a que sabía muy bien cuanto faltaba para la luna llena, para confundirlo inquirió:
─ ¿Y llegarás a terminar tu tejido para esta noche?
─ ¿Esta noche? ¿Cómo, esta noche? ¡La fiesta no puede ser esta noche!
─ ¡Pero qué pena! ─Siguió diciendo el raposo ─ ¡Te hubiera quedado tan bien! Tal vez en otra fiesta…


Zorro


Aunque le gustaban las bromas, la Pacha Mama observaba muy seria esa escena. Y para eso había una razón: algo no es divertido ni gracioso, cuando provocaba sufrimiento a los demás. Y el tatú estaba triste por la burla del pícaro canino. A veces la Madre Tierra, por no entrometerse, deja el Universo a expensas de tus criaturas.


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Mama Pacha

El armadillo empezó a dar puntadas mucho más flojas y tuvo que elegir un hilo más grueso para terminar más rápido su capa. Así, aunque en el cuello le había quedado apretadita por las puntadas delicadas de los primeros días, estaba sueltísima en la espalda. Pero a la Pacha Mama no le pareció mal. Y al quirquincho tampoco. Y con el manto puesto, muy apurado salió de su cueva.


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Quirquincho


Y tanto que ni siquiera se dio cuenta de que arriba en el cielo la luna estaba aún en cuarto creciente.  Mucho menos advirtió que llovía, y con los pasos largos que daba no tardó en tropezar. El hermoso poncho  quedó bañado en lodo, pero el tatú no tuvo tiempo de lamentarse y continuó su viaje, mientras la Madre Tierra observaba.


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Madre Tierra

Cuando armadillo llegó al lago, lo encontró silencioso. No había en él flamencos con sus acicaladas plumas, ni suris, con sus largos y preciosos cuellos, ni cóndores que llenaran de vida el cielo, ni vicuñas peinadas. Ni siquiera el muy ladino zorro estaba allí. Y llorando por la frustración, el quirquincho se quedó dormido. Pacha Mama lo arrulló con el canto de los grillos. Y se quedó con él toda la noche.


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Grillos


El sol de la mañana fue secándole la capa que, como una roca, le comenzó a pesar sobre la espalda. Pero el  tatú no se entristeció, porque solo pudo concentrarse en las ventajas: vio las águilas que estaban sobrevolando, que lo habían hecho también mientras él dormía y misteriosamente ninguna se atrevió atacarlo y  lastimarlo.


Tatú


El armadillo reflexionó y se dijo: Más vale que no me toquen y cuiden su pico. Entonces se rió mientras palmeaba su manto sin disimular su orgullo. Y agregó: Ya me gustaría ver que el zorro intentase clavarme sus garras. Y entonces los habitantes del lago Titicaca empezaron a despertar. Y todos le elogiaron su magnífico poncho:


Águila

─ ¡Qué original la trama! ─opinó un ratón.
─ ¡Si atrás parece que se suelta! ─dijo la llama.
─ ¡Eres buen tejedor! ─reconocieron los grillos, hablando a coro.
─ ¡Muy bien! ─exclamó la lagartija antes de quedarse petrificada al sol.

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Ratón


Y unos días después, la Madre Tierra vio llegar al  quirquincho a la gran fiesta. Y hasta su instructora, la araña, admiró su bella coraza, que el  tatú no quiso quitársela nunca más. Cada vez que se encuentra con el zorro lo saluda, agradecido. Y el raposo en cambio se retuerce de la bronca, mientras piensa: ¿Quién me mandó  meterme aquel día en la cueva?

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Lagartija


Si no fuera por eso, los armadillos andarían por el mundo desprotegidos. Y los zorros podrían clavarles  fácilmente sus zarpas.  Y a todo esto, la Pacha Mama lo escucha rezongar y resoplar. Y sonríe, cuando ve al quirquincho rodando hasta su cueva. Así,   el mundo se va equilibrando, porque la Pacha Mama, nuestra Madre Tierra es sabia.


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Pacha Mama


Cacuy 

En las provincias del Noroeste  de Argentina (NOA) especialmente en Salta y Santiago del Estero se cuenta, aunque con algunas variantes locales, la leyenda del Cacuy. En ella se dice que dos hermanos vivían en el monte. Pero, mientras él se desvivía por atenderla y hacerla feliz, ella permanecía indiferente a sus cuidados.
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Cacuy


También el relato asume que ella parecía gozar dañándolo. A veces, se mostraba hosca y huraña, y hasta lo privaba de su compañía. Hay en la narración muchas anécdotas en este sentido. Pero la definitoria parece ser la de un día, cuando el volvía cansado del monte, ella derramó el último bote de miel que tenían en la casa.
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Cacuy


Harto ya de tener que soportarla, la invitó a internarse en la silva, para buscar un nuevo panal que él allí había visto. Ella aceptó sumisa. Al llegar a un árbol muy alto, él le dijo que debía taparse la cabeza, porque las abejas andaban cerca. Así, ella embozada comenzó a trepar por el tronco, yendo adelante de él.
Cacuy


Cuando la joven llegó a lo más alto del árbol, él, que simulaba subir, fue bajando, mientras que desgajaba totalmente el tronco para impedir el descenso de ella. Pasado un tiempo más que prudente, ella, se quitó la manta que le cubría la cara. Al ver, se dio cuenta de la trampa en la que había caído. Entonces comenzó a llamar a su hermano: ¡Turay!

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Al advertir que se alejaba, gritando lo llamó: ¡Cacuy ...Turay! (detente hermano). Pero él no lo hizo, ni tampoco regresó.  Cuando la noche cubrió totalmente el bosque de negrura, ella desolada se convirtió en ese triste pájaro que semeja con su canto continuar aún gimiendo y llamando a su hermano.

monumento al cacuy
Cacuy - Rafael Delgado


Desde el presente de nuestra cultura que ha aprendido a analizar las cuestiones relativas a la violencia de género, aunque sin poder superarlas aún, es difícil decir cuál fue el fundamento real  de la conducta de la muchacha abandonada, pero parece presentarse más claramente la del varón como dominante.

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El cacuy es un nictibio propio de Centro y Sur América. Recibe además de ése otros nombres: urutaú, pájaro fantasma, biemparado norteño, pájaro estaca menor o estaquero común. En el Noreste de la Argentina (NEA) prevalece con la denominación guaraní: urutaú, inmortalizada en el poema de Carlos Guido y Spano.

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Cacuy cantando


Hermano Kakuy 
Chacarera: Jacinto Piedra - J.C. Carbajal

Cuenta la gente 
allá en el pago 
lo sucedido 
entre dos hermanos 

Cuando él volvía 
de la jornada 
agua y comida 
jamás encontraba. 

Cansado un día 
de soportarla 
la llevó al monte 
para castigarla 
Con triste grito 
busca a su hermano 
kakuy se llama 
y vive penando. 
Sobre de un árbol 
ella esperaba 
mientras el mozo 
de allí se alejaba. 
A sus reclamos 
los llevó el viento 
de su garganta  
quejumbre y lamento 
De esta leyenda 
no hay que olvidarse 
que los hermanos 
no dejen de amarse. 
Con triste grito 
busca a su hermano 
kakuy se llama 
y vive penando.







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