El pueblo cuenta
N° 37 Año 3
Octubre de 2020
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
SUMARIO
El Mikilo y El Familiar
El Mikilo
Mikilo
El Mikilo era una antigua deidad de la Nación Diaguita Calchaquí, no contaminada con elementos incásicos ni cristianos. El Pueblo Cuenta su leyenda. Es un numen de la tierra, humilde y proteiforme, cuyas representaciones son múltiples, como los juegos que puede improvisar la luz entre las arboledas y las peñas.
El Mikilo es muy esquivo y poco sociable. Se lo conoce por su grito ululante, o por un extraño rumor que desde el corazón de las tinieblas más nocturnas es el eco de un lamento extinguido hace mucho tiempo. Él deja huellas que no corresponden a ningún animal conocido, y que desconciertan a los mejores rastreadores.
Mikilo
Los rastros del Mikilo a veces se parecen a la pisada de un gallo, pero hay señales como cerdas que se arrastran; o las de una liebre de patas emplumadas. Quien las ve, sabiendo que él desde una roca o copa de algún árbol, lo espía con sus ojos redondos. Entonces el ocasional testigo huye. Hay otros muchos testimonios que han sido recogidos.
Los relatos de algunos arrieros, como Neptalí T. Baigorri, describen a Mikilo como un animal demoníaco, que tiene la mitad de su cuerpo como las personas humanas y el resto como el de un perro. Sus manos son como las de una criatura y sus pies como los de un gallo. Su cola es larga y está cubierta de plumas. Este ser extraño se dice que ataca a los hombres. Actualmente el mito se ha resignificado.
Otros testigos contaron que, cerca de Chilecito lo vieron como un pájaro gris, maligno y brujo, que, en lugar de volar, corría a ras de tierra y al irse dejaba rastros como las huellas que se corresponderían a la impronta de una liebre. El Mikilo asusta a la gente y mata a los animales, despeñándolos. Llora su soledad en la noche, a gritos que hieren el alma en la lejanía.
El Familiar
El Familiar
El perro es reconocido como el más fiel amigo del hombre, pero también se lo conoce como un eficiente embajador del Diablo, terrible guardián de los pactos que se celebran con él. El mítico Cancerbero guardaba la casa de Hades, el dios griego que reinaba sobre los muertos. El Familiar tiene rasgos propios de la cultura Diaguita.
Cancerbero
La imagen más difundida del Familiar es la de un perro negro de refulgente mirada. El Pueblo Calchaquí Cuenta que lo vieron echar fuego por la boca y los ojos. Sus largas uñas son capaces de desgarrar a su víctima en un instante. Aunque toma también la forma de mujer y hasta de animales como el caballo, el burro, el cerdo, la oveja, el puma, el tigre y el viborón.
El Familiar
El aspecto del Familiar es siempre terrible, pero no se distancia mucho de la naturaleza, exceptuando el caso de la serpiente de dos cabezas en el campo santiagueño. Cualquiera sea la forma que asuma, se alimenta de carne humana. El patrón de estancia o dueño de Ingenio tendrá que suministrarle un peón al año, que es su ración mínima, aunque hay pactos que establecen una dieta más nutrida y variada.
Otros mitos, Leyendas y Supersticiones del Pueblo Calchaquí
El Basilisco
Basilisco
En el dialecto ático el término Basilisco significaba pequeño rey (de las serpientes). En la cultura griega era un ser mitológico descripto como una víbora gigante con veneno letal. Podía matar con la mirada. Se lo ha representado de diversas maneras, pero siempre con características de ofidio.
Basilisco
Se suponía que el basilisco nacía de un huevo de gallina empollado por un sapo. Este ser mitológico se diferencia del cocatriz, que según se creía, nacía de un huevo de sapo o serpiente empollado por una gallina. Sin embargo, los rasgos de ambas criaturas se tornaron con el tiempo indiscernibles.
Cocatriz
La presencia del basilisco era tan nociva, que su aliento marchitaba la flora del entorno y resquebrajaba las piedras. El canto del gallo era letal para él y lo aterrorizaba tanto como la comadreja, pues era la única capaz de vencerlo y con su fétido olor, matarlo, aunque eso le costeaba la vida a ella misma.
Gallo y Comadreja
El basilisco se creía que vivía en el desierto que él mismo creaba al romper piedras y quemar el pasto al exhalar fuego, secar las plantas y envenenar las aguas. Su característica más distintiva sería su capacidad de matar. Se decía que quien lo mirara a los ojos, moriría y si lo viera reflejado, quedaría petrificado.
Basilisco
En el folclore del Cono Sur de América hay variantes del mito europeo del basilisco, aportado por la conquista, aunque en los relatos del Nuevo Mundo aparecen elementos de sincréticos por la simbiosis e hibridación con creencias propias de los aborígenes. Tal fue el caso sucedido en los Valles Calchaquíes con los textos elaborados por los Diaguitas y Kollas.