EL PUEBLO CUENTA
Año 1 Nº 1
Octubre de 2017
SUMARIO
El pueblo cuenta
Mito Mapuche de la Creación
Año 1 Nº 1
Octubre de 2017
SUMARIO
El pueblo cuenta
Mito Mapuche de la Creación
El pueblo cuenta
Presentación
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
El blog El pueblo cuenta está dedicado a los
relatos: historias, leyendas y cuentos ancestrales que las culturas americanas
han elaborado. Mitos que, habiéndolos recibido de sus antepasados, los han
transmitido por la tradición oral a lo largo de muchas generaciones.
El pueblo cuenta recoge narraciones construidas por las
distintas naciones locales. Las comunidades, los pueblos, cuentan en más de un
sentido. Primeramente, porque narran; y
en segundo lugar, pero no en jerarquía, porque importan. Finalmente se afirma
que desde aquí se las tiene en cuenta.
Con El
pueblo cuenta también se intenta revalorizar no sólo las producciones
literarias del pasado, sino a la gente que produjo esas obras, en que se
explica el origen del mundo, de la humanidad y las múltiples relaciones tanto
armónicas como conflictivas del universo material y espiritual.
Mito Mapuche de la Creación
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
Sonia Montecino Aguirre en Mitos de Chile (Diccionario
de seres, magias y encantos) da cuenta de la cosmovisión mapuche. Allí explica que al principio sólo había aire y
su dueño era Ngen, un espíritu
poderoso que vivía con otros de su misma naturaleza. Algunos de ellos
disputaron su dominio y dijeron: Nosotros
mandaremos ahora, porque somos muchos y él está solo.
El más poderoso se
enojó, reunió a los espíritus buenos que quedaban y apresó a los malos. El
dueño de los aires pataleaba y de rabia lanzaba fuego por sus ojos. Entonces,
él y los demás espíritus bondadosos transformaron los cuerpos de los malvados en
piedras. El dueño y señor las pisó y por
eso cayeron. El aire se abrió y los espíritus se deslizaron rompiendo la gran bola
que era la Tierra. Se desparramaron los espíritus pétreos y se convirtieron en
montañas.
Los que eran de fuego
vivo no habían sido alcanzados por la acción vindicativa del señor, pero igual
quedaron atrapados entre los pétreos. Puesto que no podían escapar, lidiaban
entre ellos intentando salir. Al ser sus cuerpos magmáticos, algunas veces
estallaban, produciendo el humo, el fuego
y el ruido que las montañas ocasionalmente manifiestan hasta hoy, pues aún
continúan prisioneros.
El dueño del aire dejó
escapar con las erupciones, entre las cenizas y los vapores a otros menos
dañinos (las estrellas). Estos espíritus permanecieron suspendidos del cielo y
en las noches brillan por la incandescencia de sus cuerpos. Ellos lloraron
muchos días y noches. Sus lágrimas cayeron sobre las grandes alturas,
arrastrando las rocas. Así se formaron los ríos y los mares. Los espíritus
perversos que quedaron dentro de las montañas son los Pillanes. Ellos activan los volcanes.
En la Tierra aun no
había nada. Fue por eso que el espíritu poderoso necesitado de contemplar algo
de acción, creó a Lituche, al que llamó hijo suyo por el gran afecto que le
tenía. Luego, pese a los ruegos de su madre por impedirlo, lo empujó a habitar
en ella. Lo envió obligado con el propósito de poblar ese espacio.
El joven sintiéndose solo, rogó a su padre le
enviase alguna compañía. El dueño accedió. Tomó una estrella y la convirtió en
mujer: Domo. Luego la sopló suavemente para que volara hasta el joven. Pero,
como la tierra estaba dura y las piedras le dañaban los pies, el señor de los
aires ordenó que naciera pasto muy blando y flores.
Llegada de Domo
Ella como jugando las deshojaba.
Entonces se convertían en pájaros y mariposas y los frutos que comía, mutaban
en árboles. El joven Lituche estuvo muy feliz con Domo, su mujer. El espíritu
grande hizo un hoyo en los cielos para mirar hacia la Tierra, y cuando lo hacía
brillaba y daba calor. También la madre posaba sus ojos por la hendidura
dejando filtrar una luz blanca y suave.
La madre observa
Más tarde uno de los espíritus
de los volcanes, aún enojado, se enamoró de la mujer. Y, dado que no podía
escapar de su encierro en la morada que le servía de cárcel, su rabia crecía.
Este Pillán habló con un espíritu femenino malo y envidioso, que luego de
sacarse un pelo muy largo, lo lanzó
fuera del volcán. Al salir, el cabello cobró vida y se convirtió en una culebra
delgada que se arrastró hasta donde dormían el hombre y la mujer como hermanos.
Cuando fueron creados
estos primeros mapuches, andaban desnudos, porque Dios quería ver si aguantaban
el frío. Entonces había culebras que caminaban como ellos y que influyeron para
que la gente se cubriera el cuerpo con nalcas. Dios enojado castigó a las
culebras quitándoles los pies, para que se arrastraran.
Nalca
El espíritu poderoso
se enfureció también con la pareja de humanos, porque ambos escucharon a la
serpiente. (Es innegable la analogía con
el mito semita del Paraíso Perdido y los castigos divinos a las creaturas). Tembló
la tierra y rugieron los volcanes. Todo lo creado fue destruido. Solo quedaron
el hombre, la mujer y un copihue blanco (la flor nacional de Chile).
Copihue
No había luz y así
sólo dominaba la noche en que reinaba el frío. La Luna abrió nuevamente un
hueco en la atmósfera para mirar a su hijo. También dejó caer varias semillas
que Domo, la mujer, sembró. Tuvo después otro niño, uno muy bueno y bonito. La
pareja tuvo como descendientes: un tigre, un león y una zorra y otros vástagos
llenos de pelos que huían de sus padres (a semejanza de los descendientes de Urano
y Gea en la Mitología griega).
La mujer le cantaba a su niño tan
armoniosamente, que el espíritu poderoso abrió un portalito para observar a
Lituche haciendo eso. Todos los días se
asomó a escuchar el canto y así permitió que volviese de nuevo la luz de oro,
crecieran los árboles, las plantas y las frutas. Pero los hermanos sintieron celos de este niño
y uno lo mató, su sangre cayó sobre el copihue y lo tornó rojo. El fratricidio original
se muestra similar al de Caín y Abel.
Copihue rojo
Los hermanos y las
hermanas se casaron con animales y tuvieron familia. Construyeron su casa
(ruca) en la que se alimentaron de los frutos del pehuén. De ahí provienen los mapuches: valientes como el tigre y el león,
y astutos y prudentes como el zorro.
Nahuel: Tigre León: Puma Zorro
Pero esta historia de la creación del mundo, de Domo y Lituche no es
el único el relato que el pueblo mapuche
cuenta. Los trágicos sucesos de estos últimos meses en el sur del
Continente Americano generaron algunas narraciones
épicas, que los que mandan no quieren oír.
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