El pueblo cuenta

Año I N° 9
Junio de 2018

Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa.Sposaro



SUMARIO

Los mellizos

El diluvio



Los mellizos 



Ñamandú hizo hace muchísimo tiempo que la punta del bastón que acostumbraba a llevar en su mano engrosase. Fue de allí que de a poco surgió la Tierra. Luego cruzó dos varas indestructibles sobre las que asentó la Primera Tierra. Así fue que él realizó la creación. Para asegurar que los vientos originarios no la movieran, la sostuvo con cinco sagradas palmeras pindó: una en el centro y las otras cuatro cada una en un extremo, señalando la ubicación de sus divinos compañeros.



Primera Tierra




La primera: hacia la morada de Karaí (al Oeste). La segunda: hacia el origen de los vientos nuevos (al Norte). La tercera: hacia la morada de Tupá (al Oriente). La cuarta: hacia el origen del espacio tiempo primigenio (al Sur, desde donde vienen los fríos vientos originarios). Y el firmamento descansando sobre ella.




Tupá



Junto a ésta, llamada Yvy Tenonde (Tierra Primera) Ñamandú creó también el mar, el día y la noche. Entonces los primeros animales comenzaron a poblarla. Mbói, la serpiente arrastrándose fue la pionera. Así como el colibrí fue de los primeros en volar y en cantar: la cigarra. Mientras tanto empezaron a crecer las primeras plantas. Los hombres aparecieron luego, conviviendo con los dioses.
   



Tierra Primera 

                                                                                                          


     
                                                                             Mbói 





 Colibrí 



                                                                                                                  
Cigarra

                                                                           
Ñamandú hizo que la Tierra fuera cubierta por un manto impenetrable de selva. Pero para que también hubiera campos sin árboles creó la langosta.  En aquella parte del suelo en que ella se clavaba, crecía el pasto y desaparecían los árboles. Así fue cómo se formaron las llanuras. Y, cuando éstas estuvieron listas, introdujo a la perdiz, que alegremente se instaló para vivir en el lugar.


   
Selva 
                                                             

                              
Pastizal
                                
                                                                  


 Langosta

   
                                                                       
Perdiz
                 

Al tiempo Ñamandú concibió al tatú. Este armadillo gigante de inmediato comenzó a cavar en la tierra para construir su madriguera. Pero luego dejó a la lechuza como soberana de las tinieblas. Es por esa razón que esta rapaz tiene hábitos nocturnos. Sólo sale por las noches a cazar y descansa durante el día. Después de éstos, aparecieron muchos otros animales.



Tatú

                                                                           

                   
Lechuza



Los hombres, animales y plantas que actualmente habitan el mundo son un mero reflejo de aquellos creados originariamente por Ñamandú. Pero en su paraíso: la Morada Eterna de los guaraníes, conocida como Yvága, se encuentran los especímenes confeccionados por el primero de los divinos compañeros. Una versión autóctona del primo entre iguales o del princeps.




Arte Rupestre Guaraní



Ñamandú se encontró con Ñanderu  (Nuestro Padre Sabio) y le propuso buscar mujer. Para ello crearon una vasija de barro y la taparon. Esta podría ser una trocada e incierta evocación de Eva, o tal vez de Pandora. Pero clara y ciertamente la simbología lo es de lo femenino. Cuando más tarde la destaparon, apareció ante ellos Ñandesy (Nuestra Madre). Ella era representada estelarmente como un ñandú gigante con centro en Sagitario.




Ñandesy (Nuestra Madre)



Ñandesy copuló con ambos dioses y logró engendrar mellizos: un hijo de cada uno de ellos. Al enterarse Ñamandú de la doble acción de la mujer, recogió sus cosas y se marchó a su morada celestial, encargando a otros dioses el cuidado de su creación. Ñandesy, la émula guaraní de Lilith, abandonada por Ñamandú, salió en su busca. Pero después de haberse perdido en el camino, fue devorada por yaguaretés, antes de dar a luz.



Yaguaretés



Sin embargo, sus hijos nacieron y por ser divinos, sobrevivieron. Eso los analoga con la historia de Esculapio, el mítico dios griego de la Medicina, que fue rescatado del vientre de su madre muerta. La abuela de los jaguares fue quien los crió. Los mellizos se mencionaron respectivamente como Hermano mayor, hijo de Ñamandú; y Hermano menor, hijo de Ñanderu.



Los mellizos


El más pequeño no se consolaba de la pérdida de su madre. Para ello el mayor intentó reconstruirla. Pero no tuvo el resultado esperado. Entonces produjo el árbol de guavirá, que por ser muy ácido no conformó al infeliz. Luego continuó intentándolo con el guaviju y siguió haciendo frutales más dulces y de variados sabores. Finalmente esas edulcoradas frutas le conformaron.




Guavirá

                        

                   
Guaviju



Luego se sucedieron aventuras y desventuras, intentos y fracasos en  una larga serie. El continuo recomenzar de los mellizos bien podría  compararse con la odisea de Ulises. Ellos protagonizaron episodios en los que Añá (su tío y archienemigo) al importunarlos, les hizo todo mucho más difícil. No obstante, o quizás por eso mismo, obtuvieron lograros importantes como las medicinas naturales, las frutas, las abejas meleras y las armas. Estos  héroes se volvieron paradigmas de los guaraníes.




Crónicas de la Tierra sin mal – Ewm Autodidakt



Finalmente, marchando hacia el Este en busca del Gran Padre, llegaron a la Morada Divina. El Pueblo Cuenta que la magia de los Cantos (purahéi) y las Danzas (jeroky) rituales en las noches les posibilitó ascender hasta alcanzar el hogar celestial. De ese mismo sagrado modo los chamanes (Jefes espirituales) guaraníes les han venido contactando.


Canto y Danza Ritual
 


Así los dos hermanos lograron llegar a la Morada Eterna. Allí se encontraron con su madre, Ñandesy, que había sido revivida por su esposo, Ñamandú. Él otorgó a los mellizos extraordinarios poderes divinos. El destino final fue la conversión en Sol y Luna, respectivamente. Cabe aclarar que Luna, en guaraní es un término cuyo género es masculino.




El sol y la luna



El manejo del día lo confirió al conocido como Hermano mayor, que cambió su nombre a Nuestro Padre el Sol. El control de la noche lo entregó al tenido por  Hermano menor, que pasó a llamarse Nuestro Padre la Luna. Esa fue la voluntad del Gran Padre Primero de los guaraníes. Existen referencias míticas sobre la relación entre estos dos astros.


El sol y la luna




El Diluvio      


El dios Ñamandú creó, junto a la Tierra Primera, llamada Yvy Tenonde, el mar, el día y la noche. Luego ésta comenzó a ser poblada por los primeros animales. La serpiente (mbói) fue la precursora, aunque sólo en algunas versiones míticas. Después comenzaron a surgir y desarrollarse las plantas pioneras. Posteriormente aparecieron, creados por Tupá, los seres humanos. Ellos convivían con los dioses. No conocían la enfermedad ni el hambre.


Tierra Primera - Yvy Tenonde


Los hombres, animales y plantas que actualmente habitan este mundo no son sino un mero reflejo de aquellos creados originariamente por Ñamandú. En su Morada Eterna, también conocida como Yvága (Paraíso) se encuentran los originales. Con el tiempo algunas personas se habían vuelto muy buenas, pero otras muy malas. Dado que pese a todo, la creación no estaba tan bien como se esperaba, los dioses decidieron hacer cambios.





El Pueblo guaraní Cuenta la Destrucción de la Primera Tierra y la Creación de la Segunda Tierra. En la Primera Tierra, llamada Yvy Tenonde, los humanos convivían con los dioses, no había enfermedades y nunca faltaba el alimento. Sin embargo, uno de los hombres de nombre Jeupié, transgredió el tabú máximo al cometer incesto por copular con la hermana de su padre. Los dioses decidieron castigar muy estrictamente este acto con un diluvio.



Diluvio guaraní


Los dioses produjeron un diluvio. Toda la Tierra se inundó. Este mito ha sido considerado como universal, pues es una construcción común a muchas culturas en distintos lugares. Así, por ejemplo la tradición semita menciona a Noé, mientras la griega tiene a Pirra y Deucalión como protagonistas.  En el mundo guaraní cuando sucedió la catástrofe, la gente buena pudo subir al Cielo con Ñamandú, pero los malos fueron transformados en ranas, peces y otros muchos animales.



Rana
 


                                                                                      
Peces

  
Este diluvio destruyó con sus aguas la Primera Tierra. Por esa razón los dioses se marcharon a la Morada Celestial. Pero luego Ñamandú decidió crear una Segunda Tierra. El dios creador solicitó la ayuda de Jakairá, quien a su vez delegó la tarea en su hijo Pa-pa Mirí. Una bruma vivificante se esparció sobre la Nueva Tierra. Ella era entonces imperfecta.



Jakairá y Pa-pa Mirí



Los sobrevivientes del diluvio pasaron a habitar la Segunda Tierra. Pero en ella surgieron muchos males: las enfermedades, los dolores y los sufrimientos, como los provocados al abrir la Caja de Pandora, según el mito griego. Los hombres que habitaban la llamada Yvy Pyahu buscaron siempre volver a aquella añorada Primera Tierra: Yvy maraeý (la Tierra Sin Mal).



La Tierra Sin Mal


El hijo de Jakairá tuvo un arduo trabajo al crear nuevos seres vivos: plantas y animales. También amasó la tierra nueva y la pobló de árboles y pastos. Hizo ríos y arroyos. Pero según el Pueblo guaraní Cuenta, antes de terminar su obra a Pa-pa Mirí lo llamó su madre, y él abandonó su tarea.  Además dicen que es por esa razón que hay montañas que sólo son amontonamientos de tierra y piedras, remanentes y sobrantes de los materiales usados por el dios e inservibles para la gente.



Montañas inconclusas



Los mitos orales guaraníes hablaron de una Tercera Tierra. La divinidad  pensó hacer esta otra reconstrucción sin las imperfecciones de la anterior. Sin embargo, mientras se esperase el advenimiento de ella, los hombres podrían acceder al Paraíso (Yvy maraeý) de la Tierra Sin Mal, siempre que en la comunidad cumpliesen ciertas normas de comportamiento. En aquel mítico lugar no existiría ningún castigo, no habría desgracia, ni sufrimiento alguno. Nada se extinguiría.


Niños jugando







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