El pueblo cuenta

Año I N° 10
Julio de 2018

Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro


Paisaje guaraní - Mariela Monges Aréjola



SUMARIO

Tupá y Arasy

La tierra primera y el último cielo






Tupá y Arasy

Antes de la llegada de los europeos en la sociedad guaraní, existían dioses supremos que habían creado la Tierra Sin Mal y en ella dieron origen a otras deidades construyendo una compleja trama teogónica.


La Tierra Sin Mal - Mariela Monges Aréjola
  


La influencia del cristianismo hizo que las creencias de los pobladores originarios cambiaran y se hibridaran para adaptarse a los nuevos tiempos. Aquellas que no pudieron hacerlo, se ocultaron u olvidaron. Pero el hecho es que los guaraníes no eran entonces monoteístas como luego por necesidad lo fueron. El peso de la tradición autóctona entró en  conflicto cultural.



Ruinas de las Misiones Jesuíticas


Concluida su propia generación, Ñamandú creó a otros tres dioses principales que le ayudarían a realizar  su ardua tarea: Nuestro Padre de Corazón Grande (padre de las palabras), Karaí (el dueño de la llama y del fuego solar), Yakairá (el dueño de la bruma, de la neblina y del humo de la pipa que inspira a los chamanes) y Tupá (el dueño de las aguas, de las lluvias y del trueno). Ninguno de ellos ni sus esposas tenía ombligo, pero sí conciencia de su divinidad.

Dioses guaraníes


Los cuatro compañeros procedieron entonces a la creación de la primera tierra. Ñamandú cruzó dos varas indestructibles y sobre ellas asentó la tierra, sostenida con cinco sagradas palmeras pindó: una en el centro y una en cada extremo. Una, hacia la morada de Karaí (al Oeste); la segunda, hacia los vientos nuevos (al Norte); la tercera, hacia la morada de Tupá (al Este) y la cuarta, hacia el origen del espacio tiempo primigenio (al Sur), con el firmamento descansando sobre esas columnas.


Palmera pindó


Los mitos guaraníes primigenios prueban que ese pueblo creía que en el principio de los tiempos sólo existía el caos, formado por la niebla primigenia (Tatachiná) y los vientos originarios. Ñamandú, llamado Nuestro Padre Grande y también Nuestro Gran Padre último y primero, se creó a sí mismo en ese medio caótico.

Tierra sin Mal – Mariela Monges Aréjola


El corazón de Ñamandú comenzó a resplandecer. Con  esa luz eliminó las tinieblas. Después concibió la Palabra Creadora (Ayvú). Ésta posteriormente, a su tiempo, cuando hubiesen sido creados los humanos, les sería legada para que desarrollasen su propio lenguaje (como Palas Atenea, la diosa de la sabiduría hizo con la creación de Prometeo según el mito griego).




Ñamandú


De los compañeros de Ñamandú los misioneros jesuitas aprovecharían muy especialmente las características de Tupá, el supremo dios del trueno, (como el Zeus griego y el Júpiter romano) relacionarlo con el Dios cristiano. Así consiguieron desviar de esa manera el sentido inicial del mito mayor fundacional indígena y adoctrinar más fácilmente al pueblo, por las analogías.

Tupá

Cuando la diosa Arasy contrajo nupcias con el buen dios Tupá, él la consagró como la madre del cielo y le asignó la Luna como morada, pero continuó reservando para sí mismo el Sol como residencia.  Una remota mañana la dupla divina de Tupá y Arasy descendió a la Tierra en la región de Areguá (actualmente en Paraguay). Desde allí creó en la tierra todo lo natural: océanos, mares, ríos y una multitud de seres vivos (la flora y la fauna) e instaló las estrellas en el cielo.
  
Arasy
    


La mítica creación del hombre  surge en relación con la imagen de Tupá sólo desde el siglo XVII, a partir del momento en que comienza la evangelización llevada a cabo por los misioneros de la Compañía de Jesús, que reelaboraron, corrigieron y fusionaron diversos míticos  relatos heroicos de los guaraníes para armonizarlos con la antropogenia del Génesis.

Ruinas de la Misión Jesuítica Guaraní de San Miguel



Tupá también hizo a la primera pareja de seres humanos. Tomó arcilla y la mezcló con jugo de yerba fabulosa, hojas de plantas sensitivas y otros ingredientes. Con todo amasó una pasta que remojó con el agua de un manantial cercano: el lago de Ypakaraí (Tupaikuá). Con ese material modeló dos estatuas a su semejanza. Luego las puso al sol para que se secaran y poder darles vida.


Lago Ypakaraí


Hay en este mito algunas analogías notables con otros que relatan el origen de la humanidad. Por ejemplo: las dos versiones semitas del de Adán y Eva en el Génesis. Pero también con los relatos griegos de Prometeo y Pandora tiene ciertos puntos en común: el creador alfarero, el barro, el modelado según el divino patrón a su imagen y semejanza y el aliento que anima a la creación.




Tupá y la pareja humana


Los dioses llamaron a los humanos recién creados (los primeros guaraníes). Entonces la divina Arasy dijo: Mujer, que de mi naciste a mi semejanza, te doy por nombre Sypavé. Y Tupá al varón brevemente le habló así: te doy por nombre Rupavé. Sin más preámbulos, con estas pocas palabras ambos dioses los consagraron respectivamente como la madre y el padre de todos

Tupá

  
 Rupavé
     
   
Cocotero


                    

Tupá los aconsejó para que vivieran en amor y pudieran procrear pacíficamente. También puso a disposición de ambos los seres y productos de la tierra para que los utilizaran sin desperdiciarlos. A Rupavé le obsequió el cocotero y Arasy a Sypavé la guayaba, la fruta del arasá.  

Arasy
  
  
Sypavé 



Guayaba


                                       

Además, Tupá creó a dos Espíritus: uno del Bien (Angatupyry) y otro del Mal (Taú)  y  con ellos los dejó. De este modo la narración hace de los guaraníes los primeros humanos creados. De ellos se habrían originado todos los otros  pueblos. Tupá también les anunció que llegarían los  verdaderos señores que marcarían el destino de estas tierras (los conquistadores europeos).

Conquistadores



Rupavé y Sypavé tuvieron siete hijos: tres varones y cuatro mujeres. De algunos se han olvidado los nombres. El primero fue Tumé Arandú, el más sabio profeta del pueblo guaraní, enviado por el dios Tupá para pacificar a su pueblo. Generó muchas historias. Algunas de ellas recibieron la impronta de la cultura europea.




Tumé Arandú



El segundo, Marangatú, conductor generoso y benevolente, fue el padre de la bella Keraná, la diosa del sueño. Ella fue raptada y violada por Tau, el espíritu maligno a quien Arasy maldijo. Por esa razón la  hermosa dormilona procreó a sietemesinos monstruosos conocidos como los siete monstruos, protagonistas de muchos mitos y leyendas.


 Tau y Keraná


El tercero fue Japeusá, el hijo desobediente, nacido de pie y arrevesado. Fue mentiroso, engañador, aprovechado, tramposo y ladrón. Él, por envenenar a su hermano, fue despreciado por los suyos Por ese motivo se suicidó ahogándose. Luego de muerto se transformó en cangrejo.  Desde entonces todos esos crustáceos fueron malditos y condenados a andar hacia atrás como él.



Japeusá


Entre las mujeres, que algunas versiones cuentan en cuatro y otras en un gran número, se distinguió Porasý, la diosa de la hermosura poseedora de gran fuerza física. Renombrada por sacrificar su propia vida para redimir a su pueblo del dominio de los siete hermanos maléficos      librar al mundo guaraní de los monstruos legendarios.

Porasý



A partir de Porasý las leyendas se multiplicaron, pues cada uno de sus aberrantes hijos dio lugar a muchas historias. Pero también fue una hija notable Guarasyáva, gran nadadora. Ella se casó con el atlante Karivé, apodado Paraguá (hombre del mar). El Pueblo Guaraní Cuenta que algunos de los primeros humanos ascendieron, después de la muerte transformándose en deidades menores.

La transformación guaraní se produjo con el choque de los dos mundos. La ferocidad de los guerreros conquistadores, la ambición de los encomenderos españoles, la rapiña esclavista de los bandeirantes portugueses y el dogmatismo religioso y moral de los jesuitas se aunaron en una suma integradora de fuerzas dominantes caracterizada por la intolerancia.


Bandeirantes portugueses


Carlos III, el primer rey de la dinastía Borbón en España, decidió la expulsión de los jesuitas del territorio de las Misiones. Entonces tras  la cortina de la pacificación con Portugal, se ocultaba el temor de enfrentar un estado religioso (el de la Compañía de Jesús) dentro del político (la monarquía). Algunas causas y consecuencias de esa acción fueron presentadas en la película La Misión.





La Tierra Primera y el Último Cielo  


El Pueblo Cuenta que para los guaraníes los principales cuerpos celestes observables a simple vista nacieron de una forma muy particular y única. Kuarahy (el Sol) fue el producto de la unión entre el dios Ñamandú (Nuestro Padre) y Ñande Sy (Nuestra Madre). Ella murió durante el parto de Kuarahy (el Sol). Las versiones de este mito no son coincidentes. Algunas de ellas hablan del nacimiento de mellizos (que luego serían el Sol y la Luna).


Ñamandú



En cambio otro relato tiene por cierto que bajo el influjo energético de éste (el Sol) sobre los huesos de su madre Ñande Sy, nació Jasy (la Luna).  Por esa razón es que a medida que se acerca la fecha de la muerte de Ñande Sy, Jasy, la Luna va perdiendo su fuerza (Luna en cuarto menguante) hasta desaparecer. Luego vuelve a aparecer con el resplandor solar (Luna nueva) rememorando así su nacimiento.


Luna menguante



    
  Luna nueva

                            

La cultura guaraní daba a la Vía Láctea un significado místico. La llamaba Tapecue (Camino eterno), pues suponía que por allí habrían llegado los primeros habitantes de la tierra y por ella volverían a los confines del Universo. Era ése el camino al Yvaga o Paraíso. A él se podía acceder atravesando  pequeñas nebulosas en los extremos.

Constelaciones en el solsticio de invierno



La Vía Láctea era también llamada por los guaraníes Mborevi Rape (Camino del Tapir). La denominación se debía a que por su curso sinuoso y brillante, a ellos les recordaba la senda seguida por esos singulares animales, que combinan la herencia genética de los hipopótamos y los caballos. Muchos de ellos, actualmente extintos, por la noche se orientaban por la luz de la luna reflejado en la hojarasca, para llegar hasta la fuente de agua (su abrevadero).

Tapir



El pueblo guaraní creía en la inmortalidad del alma. Ésta se desprendía del cuerpo del ser humano, cuando éste moría. Entonces adquiría un carácter muy especial, e iba a refugiarse a una región denominada Añaretá (Morada de Aña, el Espíritu del Mal). El silencio colmaba plenamente esa región.

Constelación del colibrí



Según la descripción dada por ese tradicional relato, el Cielo estaba formado por una materia, que al resquebrajarse durante las tormentas, provocaba el rayo (Ara Tiri) y emitía una gran luminosidad: el relámpago (Ara Verá). Esta misma historia consideraba también que el viento (Ibytu) era tan sólo el aliento que la tierra exhalaba al  respirar.



Rayo


Los habitantes de ese originario mundo guaraní, al mirar el cielo estrellado, percibieron astros de intensidad, luminosidad, magnitud y color diferente. En las pinturas rupestres, las estrellas más brillantes fueron representadas por los artistas de la Edad de Piedra con un tamaño apreciablemente mayor que las otras.

 Pintura rupestre

        
Piedra Ingá

                                           
Los guaraníes daban una gran importancia a las constelaciones localizadas en la Vía Láctea: la enorme concentración de estrellas del cinturón de nuestra galaxia en espiral. Tenían en cuenta a esas agrupaciones constituidas por astros individuales y nebulosas (principalmente las oscuras). El Camino del Anta era priorizado, en lugar de las constelaciones situadas en la eclíptica: las doce tradicionalmente mencionadas en el zodíaco (más Ofiuco, ubicada entre Escorpio y Sagitario).


 
Constelación de Ema

  
Mapa estelar



La Vía Láctea era reconocida por los nativos con muchos otros nombres como Polvo de Estrellas y  Río Celeste. Así como lo hace su denominación, cambia de posición durante una misma noche, al ser observada en horarios diferentes. Esto se debe al movimiento de rotación de la Tierra. También cambia de ubicación cada día, aún cuando se la registre en la misma franja horaria. Este efecto es producido por el movimiento de translación terrestre. 

   
Localización del Punto Vernal actual y pasada





El Imperio Guaraní, por haber estado extendido en el Hemisferio Sur, la Vía Láctea pasa por el cenit (en la vertical del observador) hacia la fecha de los equinoccios  (otoño y primavera), al anochecer. En marzo ella va desde el sudeste al noroeste y en septiembre del nordeste al suroeste. Por este comportamiento la Vía Láctea también posibilitaba ser usada para la orientación y  también como un calendario anual.

Calendario Guaraní – Raquel Marschner

 
La Vía Láctea era, para algunas parcialidades, un Ñandú Gigante, cuyo cuerpo coincide con la gran nube de Sagitario, en el centro de nuestra galaxia. Su cuello se extiende hacia la región Norma - Centaurus y su cabeza es el mismo Saco de Carbón. Recibía el nombre de Retrato del Ñandú.

La Vía Láctea - Retrato del Ñandú



Este pueblo americano ha intentado dar respuesta a los interrogantes que la tierra y el cielo les plantearon. Con similar inteligencia e imaginación también los griegos buscaron. Esta cultura elaboró mitos sobre la Vía Láctea. Unos estaban relacionados con el Centauro Quirón, el arquero maravilloso y otros con Hera y Leto.

Vista desde la Tierra del núcleo de la Vía Láctea


La ciencia actual  continúa investigando sobre la Vía Láctea. Carl Edward Sagan, el astrónomo exitoso y guionista premiado, le recordó a la humanidad que está hecha de polvo de estrellas. Él escribió: Mis padres no eran científicos. No sabían casi nada de ciencia. Pero al iniciarme simultáneamente en el escepticismo y a hacerme preguntas, me enseñaron los dos modos de pensamiento que conviven precariamente y que son fundamentales para el método científico.

 
Polvo de Estrellas 





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